lunes, 13 de septiembre de 2010

Que el amor no admite cuerdas reflexiones...

Lástima bandoneón,
mi corazón...
tu ronca maldición maleva.

Tu lágrima de Ron me lleva
hasta el hondo bajo fondo,
donde el barro se subleva...
Ya sé... no me digas... Tenés razón
la vida es una herida absurda,
y es todo, todo tan fugaz,
que es una curda
-nada más-
mi confesión...

Cerráme el ventanal,
que rastra el Sol
su lento caracol de sueño...
no ves que vengo de un país
que está de olvido, siempre gris, tras el alcohol.

Contáme tu condena,
decíme tu fracaso,
.... ¿no ves la pena
que me ha herido?...

Y habláme simplemente
de aquel amor ausente
tras un retazo
del olvido...

¡Ya sé que me hace daño!...
Yo sé que te lastimo
llorando mi sermón de vino...

Pero es el viejo amor
que tiembla, bandoneón,
y busca en un licor que aturda,
la curda que al final
termine la función,
corriéndole un telón
al corazón...
La Última Curda
Javier Calamaro

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