viernes, 22 de octubre de 2010

Afterlife...




Después de exactos 82 días 20 horas 35 minutos de haber pisado por primera vez la Capital del estado en calidad de estudiante para integrarme a las filas de la benemérita Universidad de Guanajuato por mucho y con toda la sinceridad dentro de lo que cabe en mi palabra, puedo decir que ha sido la mejor decisión que he tomado en toda mi vida.


El hecho de estudiar fuera de tu ciudad natal, o de aquel lugar al que haz pertenecido la mayor parte de tu vida conlleva un precio, alto o bajo que forzosamente se tiene que pagar y todo esto solo vale la pena si, y solo sí, sabes aprovechar al 100% la oportunidad que el destino te a puesto en el camino


Sinceramente, necesitaría más de un año para redactar todas las cosas que en estos 82 días he podido vivir y las palabras no serían suficientes para describir todas esas sensaciones... el hecho de volver a sentir alegría, miedo, nerviosismo, tristeza, nostalgia, satisfacción, gloria, libertad... de nuevo en la más pura expresión de todas y cada una de esas sensaciones que se apoderan de ti, esperando el día de mañana, que siempre viene envuelto en papel de regalo y jamás escaso.


sí, sentir nuevamente tiene un precio, por desgracia muy alto... que estoy dispuesto a pagar.



Tune: Waiting on the Sun --- Sixpence None The Richer

1 comentario:

  1. Alguien que ya a pasado por lo que bien describes, podría decirte que llegará la ocasión en que dejes de contar los días y las horas que has estado ahí. Es entonces cuando ya formarás parte de esa comunidad, estarás completamente inmerso en la inercia del día a día de la comunidad estudiantil de la UG y te darás cuenta del semblante de los que acaban de llegar y cuentan los días.
    También llegará inevitablemente el día en que tendrás que retirarte de ahí y entonces comenzarás a contar los días en que no estás ahí.
    Todos pagamos el precio por las grandes experiencias, a veces caro... si, pero siempre justo..
    Te lo dice alguien que lo vivió y como dice el buen J. Sabina: tardé en aprender a olvidarla... 19 días y 500 noches.

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